Siempre que tengas un propósito definido, existirá también una lucha interna que tendrás que librar. Hay batallas que solo tú podrás enfrentar, aquellas donde luchas contra ti mismo; las que te definen como exitoso o fracasado.
¿Por qué razón las personas abortan la misión en la cual empezaron con muchas ganas y pasión? Una de las posibles respuestas en porque se desanimaron, porque pensaron que no eran capaces, porque creyeron que no eran dignos.
Si lo puede creer, lo puedes hacer. Esa frase es tan cierta que el mismo Jesús se refirió a ella. Si puedes creer lo harás, si crees que no lo harás, tampoco lo lograrás. Si notas, es una batalla en la mente. Es allí donde se construye o se destruyen los planes de vida. Es en ese lugar llamado mente donde vencemos o donde somos derrotados.
El estado emocional de la persona juega un papel determinante con relación a caminar con mirada fija a alcanzar el propósito.
El desánimo es una lucha constante que libramos en nuestra mente en relación con creer que no se está haciendo bien algo en la misión que desarrollamos, en pensar que nadie está valorando el esfuerzo que se hace para que todo marche de la mejor manera.
El desánimo es un cáncer que carcome todo buen proyecto, es el causante de que muchos planes de vida terminen en el bote de la basura. El desánimo, si no se controla a tiempo, hará que te desenfoques y no avances hacia la meta.
No creas que solo tú has tenido que lidiar con esos momentos donde no quieres seguir, o con aquellos otros donde deseas tirar todo y escapar. Nadie está exento del desánimo, el asunto radica en cómo nos libramos de esas crisis emocionales, y cuáles son los pensamientos que hospedamos en esos momentos para que lejos de tirar la toalla podamos enfocarnos en lo que realmente debemos hacer.
Fragmento de: RAMIRO CHAMORRO. “PROPÓSITO”